Discurso de recepción de José Rafael Lantigua, miembro de número, sillón A, en el ingreso de José Mármol como Miembro de Número, sillón N, de la Academia Dominicana de la Lengua. Santo Domingo, sábado 28 de mayo de 2022.

A los 24 años de edad, José Mármol se estrenaba en las letras dominicanas con un libro que marcó caminos y que, con el paso de los años se convertiría en un texto icónico de la poesía contemporánea en nuestro país.

Nacía entonces con El ojo del arúspice una nueva configuración del poema como estructura que violentaba la filiación tradicional del verso, bajo el arco de un ritmo donde las palabras obedecían a una arquitectura que alteraba la disposición y alternancia de la expresión.

La disposición de la palabra, la voz que se abría al riesgo de la decapitación del fonema y, al mismo tiempo, a la búsqueda de una realidad expresiva  separada del fondo y la forma de la tradición, entronizaba un nuevo decir poético que, desde todos sus ángulos, parecía destinado a dar voz y espacio a la mudanza del poema a una nueva estancia.

En efecto, nacía la poética del pensar: reflexión, profundización, apotegma, que se dirigía hacia una profilaxis del poema suscrito por promociones literarias anteriores, especialmente la de los sesenta, que dirigieron sus dardos poéticos hacia otras ensenadas, conquistadas por sueños y esperanzas que comenzaban, entonces, su declinante escapada. 

El ojo del arúspice marcaba el nuevo dominio, dando entrada a un enfoque del poema desde el ser y su otredad, desde el pensamiento y sus atajos, desde el verso que se encarnaba en su sombra infinita para surcar la estatura de la memoria y sus noches sobrias, su esplendor y derrota, en el poema erosionado por el vértigo de los fuegos del cuerpo, por la mirada del amor, por la cercana presencia de los dilemas propios y de los silencios, las figuraciones, las ideas, las oquedades y eclipses del pensamiento y su universo, del pensar y su atalaya. La filosofía entraba al camino de la poesía para abandonar los surcos de una realidad que había creado formas comunes para enfrentar su propio discurrir.

Entonces, ya estaba surgiendo la Generación de los Ochenta, un grupo de poetas muy jóvenes que arribaban al poema con otra concepción y con una conceptualización del oficio que iba a romper la barrera influyente de la dinámica sesentista. No era tanto una ruptura, que lo fue, era mucho más: era el nacimiento de una nueva visión del poema y era una manifestación de los signos que surgían para delinear y crear una identidad a los nuevos tiempos. Desde entonces, hasta hoy, han surgido movimientos literarios que mantienen activa la tradición poética dominicana desde vertientes novedosas y formatos renovadores. Empero, muchos de los integrantes de la Generación de los Ochenta continúan produciendo esa poesía que les otorgó una filiación original y estable a su quehacer, a un nivel que, desde hace cuatro décadas no se hablado jamás de una nueva generación poética. Hay voces de elevado tránsito sobre el poema, ejercicios que fecundizan el decir poético, nombres que se insertan en la historia de la poesía dominicana con singular establecimiento, pero nadie ha podido superar la presencia de esta generación ochentista, ni en los noventa ni en la centuria que corre. Tal su fuerza, su influencia y los alcances de las obras de los integrantes de esta inigualable promoción literaria. 

José Mármol encabezó, desde entonces, esa marea poética que perforó los cimientos de las formas, que puso voz al fondo y trasfondo de la existencia, que descubrió la utilización de elementos –nombres, vocablos, simientes– que la poesía dominicana no había acogido antes, dejando aflorar la nomenclatura que la filosofía crea para fundar un sistema de contactos con la realidad del ser, como bestia onírica que degüella y destaza el rojo de la razón.

Hace 38 años de aquel primer libro de José Mármol y, desde entonces, su obra, su presencia intelectual y poética, ha ido creciendo y sosteniendo un pensar sin variaciones donde el sujeto explora permanentemente el horizonte de la palabra, sus designios, su epopeya, su sintaxis, su reminiscencia, su silencio, la corteza de sus honduras, la música de sus resuellos. 

Alrededor de 25 libros forman parte de su amplia y fértil carrera poética que le ha permitido obtener los lauros y reconocimientos más relevantes de poeta alguno en República Dominicana. Ha recibido en dos ocasiones el premio nacional de poesía Salomé Ureña, además el premio Pedro Henríquez Ureña y el de Casa de Teatro, en el mismo género. Ha sido reconocido en México y España, obteniendo en este último el importante Premio Casa de América de Poesía Iberoamericana por su libro Lenguaje de mar. 

En 2012 esta Academia Dominicana de la Lengua le otorgó un lauro por el conjunto de su obra literaria, y al año siguiente ascendió a la colina de los inmortales de nuestras letras al recibir el Premio Nacional de Literatura.

Editoras españolas como la mundialmente famosa Visor y Bartebly lo tienen en sus exclusivos catálogos, publicando varios de sus libros. Y su obra ha sido leída en inglés, francés, ruso e italiano. En esta última lengua fue publicado uno de sus libros por la editora Stampa Alternativa. 

Junto a su gran obra poética, Mármol ha descollado desde sus inicios en la literatura como ensayista, su segunda gran faceta como escritor. Posee en su bibliografía unos 12 libros de ensayos, labor que iniciara en 1997, hace veinticinco años, con Ética del poeta. El ensayo le ha servido para transmitir sus ideas en torno al ejercicio poético, la valoración del lenguaje y la filosofía, la reseña exhaustiva de la poética del pensar y el enfoque actualizado de las propuestas conceptuales sobre el poder y la modernidad líquida de pensadores como Nietzsche y Zygmunt Bauman.

Mármol, quien naciera en Santo Domingo y viviera su infancia y sus años mozos en la ciudad de La Vega, se licenció en filosofía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, hizo un posgrado en Lingüística Aplicada en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, un doctorado en filosofía y una maestría en filosofía en un mundo global de la Universidad del País Vasco, ejerciendo el magisterio en esta carrera en INTEC, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Universidad Iberoamericana y Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino. Es doctor honoris causa de la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA) y es profesor honorario de la Facultad de Humanidades de su alma máter, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en cuyo seno fue parte integrante del Taller literario César Vallejo, donde nació y creció la Generación de los Ochenta y su liderazgo poético. 

En su haber figura su empeño en dar a conocer las obras de los integrantes de su generación con la fundación de la Colección Egro de Poesía Dominicana Contemporánea. Durante nueve años fue productor y conductor del programa de televisión “Conversación en la Catedral” y ha sido columnista de los diarios Hoy y El Caribe, labor que continúa actualmente desde las páginas del periódico El Día con su columna semanal “Carpe Diem”. 

José Mármol, miembro de número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, se inscribe hoy en el itinerario histórico de la Academia Dominicana de la Lengua en calidad de miembro de número, para ocupar el sillón N que perteneciera al más completo escritor contemporáneo de nuestro país, de indiscutible principalía, el inolvidable maestro don Marcio Veloz Maggiolo, fallecido el 10 de abril del pasado año a los 85 años de edad.

La Academia Dominicana de la Lengua, fundada en 1927, hará en octubre próximo 95 años, a iniciativa del arzobispo de Santo Domingo Adolfo Alejandro Nouel, acoge hoy, con entusiasmo y reverente reconocimiento la obra literaria, la labor intelectual y la hoja de vida de José Mármol, en la firme seguridad de que su trayectoria fecunda en las letras, especialmente en la poesía y la filosofía, le otorgan todos los méritos para ser miembro de esta corporación.

Su ilustre predecesor ha de sentirse hoy regocijado en el lugar de la inmortalidad donde habita, de que lo sustituya en su sillón académico este aeda virtuoso y reformador de nuestra poética en los años ochenta, cuyo nombre en la historia de la literatura dominicana ha de perdurar con letras de oro por su obra sólida y trascendente que se ha internado por caminos pocas veces transitados por los hombres y mujeres de letras de nuestra patria.

Distinguido y admirado poeta:

Entra usted hoy a la Academia Dominicana de la Lengua, y como miembro  correspondiente de la Real Academia Española, orlado de atributos literarios reconocidos nacional e internacionalmente, pero igualmente, valga decirlo, iluminado por cualidades morales y humanas que lo estiman como hombre de bien y como un servidor solidario y crítico de la sociedad dominicana. Ética, principios y valores, letra poética y pensar filosófico, se aúnan esta mañana cálida de mayo para que esta docta casa le dé entrada a su recinto reconociéndole con fervor sus aportes a la literatura y al pensamiento filosófico en la República Dominicana.

José Antonio Mármol Peña: en nombre del director de esta corporación y de sus miembros de número, le ofrezco la más sincera bienvenida a esta casa, donde, desde su sillón académico usted continuará brindando al país cultural y a toda nuestra sociedad los valores, los alcances y la alta dimensión de la palabra y su eco. 

En buena hora.

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José Rafael Lantigua es ensayista, poeta y periodista. Tiene 29 libros publicados. Miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua. Fue Ministro de Cultura de la República Dominicana, de 2004 a 2012.