[Fragmento]

Te digo, Roy, que es un infierno. A veces me despierto con un dolor en el pecho, ¡qué diablos! Tú sabes que llego de trabajar a las cinco, a esa hora todos duermen, menos el maricón de mierda de arriba; pero me acuesto con todo y arrastradera de muebles y maldiciones. Allí se reproducen como conejos, siempre hay un chamaquito gritando. En la mañana, figúrate que comienzan a martillar, a dar golpes en el piso como a eso de las siete; pero ese desgraciado es que lo hace y hay otro chamaquito que dice no, no, no; y el chamaquito se ríe y corre por todo el piso, y dice no, no, no y se ríe, y ya el de meses, el que nació dice ño ño, ño, y repite lo que dice el otro chamaquito, el de 9 años. Sí, dijo que espera que yo muera para quedarse con la casa; ése también comienza a majar almendras en mi cabecera y le dice a los amiguitos que me odia que ojala y me muriera, que le den duro al piso, que quiere que me muera como murió su tía; ¿cómo que no? ¿tú también vas a decir que es mentira? ¿que los carajitos no piensan así, no dicen mentiras ni hacen malas palabras? ¡déjate de eso, Roy!  que tú y yo fuimos muchachos también.

Tú sabes que tenemos una muerta en común, como si tuviéramos un amigo, un tío, un vecino; es una muerta en común, eso agrava la vaina, estoy cansado. Te digo que el otro día tenía que entregar unos informes y no podía concentrarme y el mariconcito dale que dale con el martillo y arrastrando los muebles horas y horas y yo mal; entonces me paré en la ventana y le dije: ¡pero hijodetumalditamadre, maldito maricóndeldiablo; deja esa maldita vaina, coño! Y lo dejó de hacer por una semana y pude trabajar, pero ahora ha vuelto con la desgracia, si ombe, ahora es peor, se pone a cantar reguetón a las siete de la mañana; pero antes de las seis y media dejar caer algo, como una bola de acero desde alto o qué sé yo. Me doy una espantada del diablo. Figúrate, que me dice el médico que me falta serotonina o algo así, que es por la falta de sueño; que me mude, que viaje… Sí, porque me sobran los cuartos, coño… Cuando Florencia vivía, ellos hacían lo mismo. Se han ido algunos y traen otras bocas y las depositan arriba. Le hacían lo mismo a Florencia, te digo; ¡pero peor, hasta que la mataron, sí la mataron!  No pongas esa cara, tú sabes que murió de tanta pena… ¡Ay, Florencia! ¡tanto que te dije que nos largáramos y preferiste quedarte, que te sacaran en una maldita caja de aquí! Pero conmigo la cosa es más suave, Roy, a mí no me echan la mierda por la ventana como a ella, ni me dan sustos con gatos y ratas muertas, pero me cortan la luz y el cable; pero lo niegan, pero nunca son ellos…

Publicado en El testigo del Cura (2010)

Valor Anticanónico: El uso sin tapujos de expresiones consideradas malsonantes para remarcar la expresión cotidiana de aspectos lingüísticos usados como dominicanismos. 

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Xenia Rangassamy Montilla, 1979 Santo Domingo. Graduada en la Licenciatura de Letras de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ha publicado El testigo del cura (2010), Ruleta (2012), En los tiempos del Jefe (2017), entre otros.