Besos como balas

Ilonda, quiero decirte que historias estas no son, nada interesantes son. Ejemplo: qué te importa si una muchacha en un bar escucha jazz y le ruega al mesero por un vodka seven y él dice, brillando un vaso, aunque no era necesario, Hey girl take your business somewhere else. “Girl” será tu madre, le respondo. La muchacha sale a caminar por La Catorce. Está sola, en Nueva York, meses después del septiembre once.

A nadie le importa la historia de una muchacha a solas, a la izquierda una mesa y una bola de pan recién horneado. Está en un pequeño teatro. Hay gente en escena, actrices o cantantes. No le ven a ella, pero ella sí los ve, aunque no los escucha. Luego se van alejando con sus voces como las botellas del bar anterior. Se alejan. Ahora son inalcanzables.

A nadie le importó mi historia sobre las balas. La envié a un concurso de cuentos en República Dominicana. Que yo me acuerde escribí ese cuentito durante unos días que me quedé en Boston UMASS invitada para un evento poético. Fue en ese viaje que nos besamos Ilonda por las esquinas de Roxburry, oh Ilonda, cómo te extraño ahora. Nos abrazamos en la calle sin que nada nos importara, y compramos una chata de whisky, oh Ilonda, tus grandes labios besando los dedos y mis manos que tus senos ahuecaban. ¿Cuál es la trama del cuento de las balas? No importa el revólver ni de dónde ha salido ni la mano que apretó el gatillo o el cuerpo impactado. ¿Importan los besos, las causas o el accidente? Que, si fue pasional, general, fatal, mortal, en abuso o en defensa propia. Pero ¿quién hace la crónica de la bala como tal? Sigo pensando en balas, en besos, en cielos de la boca, en cuadros de Botero y en fotografías de gente que se vuela los sesos en letrinas.

Me abrazo un poco a mí misma y entre el café y el whisky me decido por esto último. Encuentro un libro de Mónica Volontieri y sin los excesos del cuerpo y el deseo, me hago protagonista de una historia en donde una mujer errante se cuestiona su nombre en medio de la pandemia, en medio de la protesta, en medio del miedo, el ruido, y el ardor.

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Rey Andújar es autor de varias novelas y cuentos, entre ellos El hombre triángulo y Candela, adaptada al cine por Andrés Farías Cintrón. Es profesor en la facultad de humanidades en Governors State University, Chicago.