¿Cree usted que la literatura es un escape, una huida, estilo avestruz, a los problemas cotidianos?
Podría serlo si el artista tiene necesidad de esconder la cabeza y de algo le sirve escribir un poema.
Por ejemplo, los novelistas dicen que muchos escriben quejándose de la realidad, o creando la realidad que ellos quisieran vivir, o consideran más pertinente, por lo que es una forma de protesta. ¿Pero, es esta una protesta evasiva, o una protesta activa, eficaz?
Como yo tengo esa concepción de la función del arte, creo que responde tanto a las situaciones de la vida cotidiana como a la vida interior del individuo. El problema del arte es que es una necesidad. Quien cree que el arte es un entretenimiento, o quien cree que el arte es una vía para ganar dinero o para ganar notoriedad, fama y gloria, está equivocado. Y es que el arte responde siempre, inevitablemente, a una necesidad humana. Y en la medida en que esta sea una necesidad auténtica, y en la medida en que sea una necesidad profunda, y en la medida en que sea realmente una necesidad humana, la obra de arte será perdurable.
La necesidad es suya, no mía.
Bueno, la necesidad, en cierto modo, es doble: la necesidad de comunicar parte del emisor del mensaje. Pero, en todo receptor de un mensaje hay una identificación, hay una coincidencia que convierte el mensaje, también, en una necesidad para él. O sea, hay muchos escritores de novelas, pero hay muchos lectores de novelas. Sin los lectores de novelas no existirían los escritores de novelas.
¿De ahí se puede deducir por qué tiene más éxito o menos éxito un autor?
Por supuesto que sí. Creo que ya esa pregunta estaba implicada en lo que venimos diciendo. No es que uno decide “voy a ser grande”. Usted puede tener el talento, dominio técnico, recursos de todo tipo, y su obra no responder a las necesidades de la época, o a la conciencia del lector, siendo una obra maestra. Y es así como fue posible que Shakespeare fuera redescubierto en el siglo XIX, pero, había sido olvidado en el XVIII…
… la fama póstuma…
…sí, porque los cambios históricos, las necesidades de la época u otras cosas conducen a la comprensión de un mensaje que antes carecía de interés, de posibilidad.
Usted incursionó en la novela. ¿Qué pasó, por qué no siguió haciéndolo, aun cuando la crítica gustó del amor de sus tierras comuneras?
Bueno, quizás mejor sería preguntar, ¿por qué no he seguido haciéndolo? Porque yo no he renunciado a la novelística, como he renunciado a la poesía. Yo creo que la novela tiene hoy más posibilidades que la poesía. Es una forma de entrar en comunicación con la época, con la generación a la que uno pertenece. Hay más lectores. El lector de la novela es más consecuente…
… usted cree, entonces, que la poesía está en decadencia, y que está ganando terreno la novela.
Bueno, decir que la poesía está en decadencia –y este pensamiento ya lo he expresado en otras ocasiones y siempre trae algún reparo de ese tipo–, decir que la poesía está en decadencia no quiere decir que el arte poético esté en decadencia, sino que la actividad editorial, publicitaria, la difusión de la poesía hoy está en decadencia. O sea, al lector no le interesa la poesía como en el pasado. La gente no compra libros de poesía. Las revistas de poesía no pasan del primer número, o del segundo número. No hay aquí en la actualidad [junio de 1993, nota de Plenamar] una sola revista de poesía.
¿No será, también, porque está saturado el mercado, porque se escribe mucha poesía, porque todos somos poetas, como usted señaló?
Es muy difícil de explicar por qué. Yo pienso muchas veces que es que todo el mundo puede presentar un libro como poesía y el lector está hoy perdido, porque en la época en que la poesía tenía que ser rimada y estar dividida en tales estrofas, todo el mundo sabía a qué atenerse.
Había más rigor.
Sí, hoy cualquiera puede escribir, y ¿cómo dice usted que este no es un poema? ¿Cómo puede usted entrar a disfrutar realmente una poesía si usted no sabe si eso es o no es poesía? En cambio, cuando le traen a un autor reconocido –por ejemplo, Neruda vendió muchísimos libros de poesía–, sólo cuando la fama rodea al autor, hay cierta garantía de que es una obra que merece leerse. No es así con la novela, porque cuando usted ofrece un trabajo en quinientas páginas ahí hay un trabajo que hay que pagar, porque ese tiene que ser un individuo que ha estudiado algo, o que ha estudiado algún problema…
…y ha dedicado muchas horas a eso…
…para dedicarse a escribir eso. Y luego, para publicarlo, eso cuesta muchísimo dinero. Se supone que una obra que está colocada ahí, de quinientas páginas, representa un gran esfuerzo, y eso hay que reconocerlo. Mientras que en la poesía se supone que todo el mundo se sienta un día, coge un lapicito y escribe un poema y quiere, entonces, que le den cien pesos por página; no hay garantía. Vivimos en un mundo comercial.
Ahora bien, en nuestro país, donde ya no se encuentran compradores de libros de poesía, cuando ya esa es una especie extinguida totalmente, usted no encontrará a nadie en una esquina dispuesto a pagar ciento sesenta pesos por el libro de un poeta desconocido. En cambio, hay miles de poetas desconocidos, como nunca.
Nunca se ha escrito tanta ni tan buena poesía en la República Dominicana, como hoy. Pero, la gente no la lee. Pero esto no desanima a los poetas. Cada vez hay más poetas.
Sin embargo, los lectores dominicanos pagan quinientos o seiscientos pesos por una novela de un extranjero desconocido.
Sí, por supuesto, no solo eso, no van a un concierto de la sinfónica jamás, pero se pagan miles y miles de pesos en cualquier cantante improvisado por ahí, o en cualquier muchachita que levanta las piernas para que la vean dando vueltas. Hay revistas de comentarios, hay personas establecidas como comentaristas de esas cosas, pero no hay ninguno establecido como crítico de poesía. A eso es lo que yo llamo…
…la triste realidad de la poesía…
…sí, la triste realidad de la poesía.
¿Qué recomendación o consejo daría usted a alguien que tenga intención de cultivar la literatura, sobre todo a numerosos jóvenes que, quizás por la fogosidad de sus años, o por inexperiencia, se creen poseedores de un dominio que tal vez nunca lleguen a alcanzar?
La misma pregunta lo explica todo, porque a esa gente que solo el fuego de la juventud los lleva a eso, creo que esa fuerza deben aplicarla al deporte, que ahí puede darles más resultado…
…pero, por ejemplo, Cortázar decía que, si alguien quería dedicarse a escribir cuentos, para soltar la pluma le recomendaba que tradujera textos, el que supiera otro idioma.
Bueno, eso es otra cosa. Esos son los aspectos técnicos y formales, el dominio del género. Cuando yo era profesor en la escuela normal, en 1940, les decía a mis estudiantes, porque yo daba retórica, que un buen procedimiento para el joven poeta era imitar al poeta reconocido. Eso no significaba plagiar, sino imitar.
Y yo decía, eso debe hacerse por períodos. Usted coge un poeta con un estilo tan característico como Neruda y usted escribe sus poemas nerudianos, imitando a Neruda, cogiendo sus recursos, lo que usted considera que es la manera de escribir poesía. Y, una vez pasado ese período, entonces, usted se va a Juan Ramón Jiménez, o a Antonio Machado, o a cualquier otro maestro, y lo mismo con los clásicos. Escriba poemas a la manera de Lope, o de Góngora, o de Rioja, o cualquiera de los grandes maestros, incluso, el Marqués de Santillana, “moza tan fermosa no vi en la frontera…” Y al cabo de todas esas imitaciones usted va a salir con una voz propia.
Desde luego, usted tiene esa voz propia, pero tiene que tener alguna cosa que decir, porque si no, le pasaría lo mismo que con el lenguaje, que usted sabe hablar, pero si no tiene qué decir, usted permanece mudo.
No sé si responde esto la pregunta. Además, en todo lo que yo he hecho he dado una visión de lo que entiendo es la poesía, pues ahí mismo están mis recomendaciones. El arte responde siempre a una necesidad. Si usted no tiene necesidad del arte, dedíquese al deporte. Pero, si usted tiene necesidad del arte, entréguese al arte y despreocúpese, que usted va a buscar los medios a ese respecto. Si esa necesidad es auténtica e impostergable, usted será un gran artista. Ahora, eso no se inventa, eso no se improvisa.
Usted puede tener la necesidad que lo lleve a escribir hoy, y luego dejar de ser eso necesario a su vida. Entonces, usted lo que tiene que hacer es retirarse, porque viene la poesía falsa, convencional, vacía, hueca, que desnaturaliza su obra genuina…
…y desnaturaliza el género también…
…exacto, y eso es válido para todas las formas del arte, no sólo para la poesía.
¿Qué opinión tiene usted de los premios literarios? A menudo los premios no van de la mano del éxito de divulgación, de venta, de una obra. Para usted, ¿qué tendría mayor valor, un premio o una fama ganada a golpe de ventas en las librerías, o sea, por el respaldo del lector?
Eso es un signo que por lo general puede revelar al autor verdadero. También hay riesgos. Hay el riesgo de la moda, la promoción, la publicidad, que pueden convertir a alguien en un autor famoso, siendo un autor mediocre. El verdadero criterio es el tiempo y el aprecio de los pueblos: si esa obra soporta la prueba del tiempo.
En lo referente a los premios, el ejemplo clásico, eterno fue Borges. A Borges nunca le dieron el Nobel y, sin embargo, fue un escritor muy reconocido a nivel internacional, a nivel de venta de libros, galardonado con otros premios, muy aceptado por la crítica, pero nunca llegó al Nobel. Pero, otros desconocidos reciben el reconocimiento del Nobel. ¿A qué se debe ese desequilibrio entre la fama, por el lado de los lectores, y la fama por el lado de los premios?
Lo que pasa, creo yo, es que los hombres nos movemos por intereses de diversos tipos, y muchas cosas, muchas glorias y muchos prestigios responden a situaciones históricas, a intereses, a intereses de diversos tipos, posiciones ideológicas, a visiones de la época, a militancia de tal o cual tipo. Así como la militancia en algunos campos, pongamos la izquierda, ha hundido a muchos escritores notables, su obra ha sido hundida, despreciada, desconocida, también les ha pasado a escritores de derecha.
Bueno, Borges hacía ostentación molesta de su predilección política. Cuando llega Pinochet, él se abalanza a retratarse dándole la mano. D’Annunzio se identifica con el fascismo. Entonces, esas cosas inciden en el valor de la obra. Algunas veces ayuda.
Dicen por ahí que el Nobel tiene inclinación más bien de izquierda, y que por eso fue que a Borges nunca se lo dieron…
…ellos le dieron el premio a Quasimodo, un poeta comunista desconocido que sigue siendo desconocido a pesar del Nobel. Pero, le dieron el premio a Pasternak, el autor soviético, porque era disidente, y le dieron el Nobel a Solzhenitsyn, que era un novelista mediocre, porque era disidente, y no se lo dieron a muchos novelistas famosos, al propio Vargas Llosa… ¿por qué no se lo han dado a Vargas Llosa? Vargas Llosa es, obviamente, un escritor de derecha, franca… [obtendría el Premio Nobel de Literatura en 2010, nota de Plenamar]
…que militó muchos años en la izquierda…
…además eso, y ahora hace ostentación… él es el tipo del tránsfuga, y él tiene su lugar también. No se lo dieron a Cortázar, entonces, ahí hay un rejuego…
…¿una cuestión, circunstancial, que convenga de acuerdo al momento…?
…eso es. Entonces, no hay realmente un indicativo de la valoración, de la autenticidad de la obra. La obra verdadera se abre camino sola. Usted tiene el caso de César Vallejo. César Vallejo, en la época en que escribía sus poemas, era un poeta oscuro. Sin embargo, su obra no muere. No digamos que su obra no muere en el Perú, porque allí no tendría gracia, sino que donde haya una persona que lea poesía en español, conoce a César Vallejo. Y, así, en esto se mueve una multitud de factores de todo tipo. Ahora, yo creo que la obra de arte auténtica no muere…
…el mejor premio es la posteridad…
…exactamente. Siempre son así las cosas.
¿Qué futuro les ve usted a los escritores, o aspirantes a escritores, en un medio tan limitado como es el subdesarrollo?; en un medio en el que, además de las dificultades propias que enfrenta el escritor, como el pluriempleo, o la no dedicación total a esta actividad, se presenta la otra parte de la producción literaria, que son los elevados costos de imprimir un libro, como usted bien señaló en el caso de las novelas, y el escaso público lector.
Todo eso es una situación muy desgraciada. Pero, la naturaleza de este tema me obliga a repetirme constantemente. Yo creo que la producción artística es una necesidad humana y le pueden poner todas las cortapisas, todas las limitaciones, todas las dificultades, y siempre habrá poesía y cuento y novela en la República Dominicana.
Sí, pero ¿no cree que es un poco cruel que, a lo mejor, usted es un gran poeta, o un gran novelista, y por fuerza tiene que mantener su obra durmiendo en una gaveta, por falta de medios para publicarla?
Sí, pero ¿quién va a determinar que a mí se me deben proporcionar los medios para que yo viva holgadamente y tener una buena biblioteca? ¿Quién es que decide eso? No hay una institución que nos ofrezca suficientes garantías de que yo soy esa persona que merece esos recursos porque voy a producir una obra. En el marco de las situaciones que vive la humanidad entera, usted crea esas instituciones, y los que van a ir son los mediocres, los que saben trepar, los que saben adular, o no sé qué cosas. Son ellos los que se llevan los grandes recursos para la producción de obras mediocres y falsas. De manera que no es posible concebir las cosas así.
Siempre será la realidad la que se ponga en marcha. No les hagan caso a los escritores. No les hagan caso a los artistas y los poetas, que de cualquier manera habrá arte y habrá literatura, incluso gloriosa, en este país. Esto no quiere decir que se deba colocar a los escritores en situación de penuria para que hagan obras maestras, sino quiere decir lo siguiente: cuando las condiciones sociales y económicas de un país son las adecuadas y las justas; cuando un país se desarrolla económicamente, cuando desarrolla sus medios de producción, hay más posibilidad para la creación literaria y artística que cuando se trata de un país atrasado y subdesarrollado, de subsistencia.
Pero, no se pueden ver las cosas individualmente, porque nadie viene con una etiqueta que diga “este es un escritor auténtico” y, por consiguiente, el Estado debe proporcionarle todos los fondos. En eso no podemos pensar. Pero, si el país está en las condiciones adecuadas, si el escritor de talento tiene las formas de abrirse camino sin sacrificar la autenticidad de su obra, entonces, habrá una obra. Eso es lo que está ocurriendo ahora. Ahora hay más desarrollo económico que hace cincuenta años y, por consiguiente, hay mucha mayor producción, y la obra literaria y artística es de mucha mayor calidad que lo que hubo en el pasado. Pero, eso no quiere decir que ahora haya mayor indiferencia. Sin embargo, hoy hay más poetas que nunca en este país, poetas de calidad.
¿No será eso, también, porque hay mayor población?
Hay más población, pero también hay más posibilidad de tener contacto con la obra intelectual de alta calidad en el extranjero, porque se han desarrollado los medios de comunicación, porque la gente va más al extranjero, porque usted en veinticuatro horas puede conseguir una obra que se publicó en Siberia, o en China y, a veces, traducida al español. Es decir, que el desarrollo de los medios económicos y sociales, las relaciones o los vínculos son incomparablemente más activos que como lo fueron en el pasado. Aquí hay lugares donde usted puede conseguir la prensa española del día. Eso no se podía soñar en el pasado.
Yo recuerdo que, cuando fui a La Habana por primera vez en 1947, me quedé asombrado de ver que cerca del parque central de La Habana había una tienda que se llamaba Bohemia Store, donde usted conseguía la prensa mundial a la fecha. El 17 de febrero usted podía conseguir el Times, Le Figaro, o cualquier otro. En esa época, eso no se concebía en nuestro país. Hoy sí, usted consigue la prensa aquí en ciertos sitios. Para ir ahí, usted tiene que ir en automóvil; en aquella época no había automóvil, porque el servicio de transporte público era malísimo, a diferencia de París, por ejemplo, donde por una módica suma usted recorre toda la ciudad en forma rápida. Aquí, para desplazarse usted tiene que hacer muchos esfuerzos, que a veces no lo amerita.
¿Tiene alguna anécdota, don Pedro, algún pasaje específico, feliz o infeliz, que recuerde en especial a lo largo de su carrera literaria?
Oh, miles, pero esos episodios nunca los tengo en la punta de la lengua cuando me hacen una entrevista. Ahora, conversando, pueden ir saliendo.
…A propósito de la Bohemia Store. Yo andaba con una amiga en La Habana, frente al parque central… no, ella vivía en La Habana vieja, y yo salía de su casa. Me despedía, no sé a qué hora, en la noche, y cuando voy a coger el tranvía, o la guagua, descubrí que sólo tenía cinco centavos, y el pasaje en guagua era siete centavos y el pasaje en tranvía era seis centavos, así que necesitaba uno o dos centavos más de los que tenía. Y yo dije, bueno, aquí no me queda más remedio que buscar en la calle esos centavos, porque con frecuencia la gente botaba los centavos. Y, efectivamente, fui a buscarlos y encontré los dos centavos que necesitaba para la guagua, y llegué felizmente a mi destino.
Como decía, esa es una anécdota festiva. Y recordé esto porque ese episodio, la persona que lo motivó y el lugar donde se produjo, en las inmediaciones del parque central y de la Bohemia Store, están fijos en mi memoria, a pesar de que han pasado tantos años. Es una manera de evocar aquellos días de cierto desamparo y pobreza.
Una última pregunta, ¿cómo concebiría usted una sociedad, un mundo sin arte y, específicamente, sin literatura?
Muy simple, un mundo incomunicado, porque el lenguaje satisface todas las formas de comunicación. Pero, también, sería un mundo sin símbolos, que yo no concibo, porque los símbolos constituyen uno de los tesoros más formidables de la comunicación humana, un mundo desconocido. Los símbolos forman parte del arsenal comunicativo del hombre. Es que el lenguaje es insuficiente. ¿Sabe por qué es insuficiente? El lenguaje está formado, número uno, por un sistema rígido que usted tiene que aprender rigurosamente. Entonces, usted pasa toda su vida estudiando la lengua materna y no acaba nunca de aprenderla, porque yo recuerdo que la gramática en mi época juvenil para mí era una cosa abominable. Yo le tenía un odio a la gramática, al pronombre, a las diversas partes de la oración, al sujeto, al atributo. Esas eran cosas para mí incomprensibles, abominables.
El lenguaje tiene la enorme insuficiencia del idioma. El lenguaje que usted conoce sólo sirve para una comunidad. Por eso yo me asombro de que países que tienen un idioma propio, los vascos, los catalanes, luchen por la preservación del idioma nacional. Y yo me digo, pero esa es una limitación incalculable. Es mejor el idioma español, que es un idioma mucho más universal, y es una pena que hayamos perdido el latín, que fue el idioma más universal del mundo.
Y hoy lo mejor es que todo el mundo aprenda inglés, que esa es la lengua que se habla en todas partes. ¿Cómo es que vamos a renuncia al inglés porque no es la lengua materna o la lengua nativa, por razones nacionales? No, eso es una tontería. Yo no tengo que ver con que no sea mi lengua nativa, y que no fuese la lengua de mi madre, de mis seres queridos, porque es la lengua de la humanidad.
Idiomas tan cerrados y tan limitativos como el vasco, por ejemplo, que es defendido de manera tan airada, bueno, esa multitud de idiomas de las lenguas aborígenes, el quiché, el kaqchikel, bueno, es que la cultura de la humanidad no está escrita en esas lenguas y usted va a dominar esas lenguas, pero usted se va a aislar de las corrientes culturales del género humano.
De manera que, si se suprime la zona simbólica de la comunicación humana, la zona artística, se mutila el ser humano. Le voy a poner un ejemplo, que creo que es muy fácil de comprender. En los aeropuertos, donde la gente se supone que hable diversas lenguas y que llega gente que no domina la lengua nativa, la persona que tiene que satisfacer una necesidad física en el sanitario ve una figurilla que le indica que es el lugar de las mujeres. En los aeropuertos internacionales hay cantidad de símbolos por esa razón, le ponen para no fumar una figura de un cigarrillo con una raya que lo elimina, en lugar de ponerle no smoking, o no fumar. Como esos, multitud de símbolos que funcionan allí donde el lenguaje no llega a abarcar a todos…
…una especie de esperanto simbólico…
…el esperanto, como toda lengua artificial, fue, o ha sido, una frustración, porque en el lenguaje hay muchos elementos emocionales o visuales, inflexiones, cambios de tono, que suplen la insuficiencia del lenguaje, y eso no lo registran las lenguas artificiales. Dependiendo de cómo usted diga, por ejemplo: “ay mi vida, no te portes así conmigo”, tendrá un sentido diferente.
La significación del lenguaje se modifica con la entonación o con los gestos que acompañan al lenguaje, y nada de eso lo registran las lenguas artificiales; por eso mueren, porque la lengua es un fenómeno vivo, porque necesita de numerosos recursos para transmitir lo que hay dentro de una cabeza a otra.
Eso lo hace el arte. Lo que pasa es que el arte lo hace en otros términos, en otras circunstancias. Si se saca de sus esferas, entonces, es tan insuficiente como lo es el lenguaje fuera de la suya. Y por eso ese rejuego de las tres formas superiores de la comunicación. Y eso, que sabemos muy bien cuál es el rendimiento del lenguaje, pero no sabemos cuál es el rendimiento real de las obras de arte. Mucha gente se pregunta, “¿y para qué sirve La Gioconda?”. Bueno…
…para mirarla…
…exacto, es que no se entiende eso porque la explicación que se da de La Gioconda se la encomienda siempre el lenguaje, y para que el lenguaje pueda explicarlo, para que pueda darle el verdadero valor, tendría que salirse de su propio reino y caer en el del arte…
…eso tiene mucho que ver con algo que le pregunté antes, aquello de por qué escribo, qué importancia tiene que yo escriba… esos baches que de tanto en tanto se producen en la actividad literaria. El arte da una satisfacción visual, de los sentidos, pero, ¿para qué sirve eso?, ¿qué resuelve eso?
Bueno, a ti nada, y no está hecha para que te resuelva nada a ti…
…sino al que la hizo…
…está hecho para que resuelva una determinada situación en una época dada. Lo que pasa es que nosotros no vivimos en la época en que Leonardo le hizo el retrato a la mujer del Giocondo, y no sabemos cuál era el contenido del mensaje que adquiría ese cuadro al ser colgado en casa del Giocondo, o qué efecto producía en las costumbres y en las ideas de esa época. El hecho de la sonrisa. No sabemos, no tiene sentido para nosotros aquí en la República Dominicana, creo que no habría tenido nunca el valor comunicativo, la influencia, la importancia que tuvieron los cuadros del Greco en su época.
El verdadero valor del Quijote nunca se ha expresado en términos, digamos, académicos. En todas las cátedras de la humanidad se habla del Quijote como un modelo de algo nuevo. Bueno, primero habría que situarse a principios del siglo XVII, cuando fue publicada la obra; habría que situarse en el contexto espiritual de Cervantes cuando la escribió, ¿qué había en la vida de Cervantes que justificase esa obra?
Puedo decir que no sé lo que habría en la vida de Cervantes que lo impulsara a escribir esa obra, a concebir un personaje, y a repetir la hazaña en la segunda parte de su obra. Pero, sí hay un detalle que está cargado de sentido: perdió un brazo y estaba preso. Es indudable que esas dos condiciones tan severas –y no hablemos de los cinco años que pasó preso por los turcos, nada más preso y con un brazo menos–, este hombre no ha podido escribir esta obra para que la gente se siente en una silla a divertirse, no.
En el marco de aquellas circunstancias, ese brazo menos, esa prisión de un hombre de genio, de una criatura inmortal, tiene una estrechísima vinculación. También se puede decir, ¿y para qué me sirve El Quijote? A mí no me sirve de nada, salvo el placer que me da la lectura, el lenguaje, el vocabulario, qué sé yo, cualquiera de esas cosas prácticas que yo pueda sacar; uno puede pasarse sin la lectura del Quijote, pero, lo que habría que ver es si la humanidad, y particularmente España, hubiera podido pasar sin El Quijote, y cuáles fueron las consecuencias históricas de la publicación de esa obra.
Todo eso es muy bello, muy hermoso, muy interesante.
Interesante, por igual, ha sido esta conversación, que le agradezco mucho, don Pedro.
Gracias a ti.
Llega el momento de la despedida.
—Don Pedro, le quedo muy agradecido por el placer y el honor que me concedió con esta amena y reveladora conversación, donde el Pedro Mir hombre y sus vivencias afloró y pasó a un primer plano, quedando la obra de Pedro Mir en manos de los que indagan su forma y tono.
Unos segundos de silencio. Luego cerramos el encuentro con un cálido abrazo y estas palabras suyas. (A las gracias finales como clausura del encuentro, agregó, fuera de cámara, algo más).
—No, gracias a ti. Me han hecho muchas entrevistas, pero esta ha sido la más interesante de todas. Todos comentan más o menos lo mismo, me hacen más o menos las mismas preguntas. Pero, nadie había abordado los temas que tú has tocado, ni la forma en que lo has hecho, que me han llevado a pensar y recrear mi pasado, mis orígenes en la escritura.
(La entrevista Unas horas con Pedro Mir data de 1993, pero permaneció traspapelada un buen tiempo. No fue publicada sino hasta 2011, de manera muy extractada, en la publicación IMPRESIONES de la librería Cuesta. Esta es la primera vez que se publica íntegramente, en 3 partes, en los números de Plenamar correspondientes a abril, mayo y junio de 2025).
Imagen en portada, créditos: Carnaval e identidad, de Francisco Salguero
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Juan Manuel Prida Busto (Santo Domingo 1956). Ha obtenido distintos premios. Estudió Economía en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña e Historia en la Universidad Católica Santo Domingo. Ha publicado Huellas en la niebla (1990), galardonada con el Premio Nacional de Cuentos, Pieles a mi piel (1992), Arena de soledad (1994), En la luz de la noche (1999) y Algo más (2011), traducido al japonés en 2016.