¿Nos podrías decir cómo ha sido tu formación literaria?

Pese a que prácticamente leo y escribo cosas desde adolescente, no es hasta mi temprana adultez cuando asumo esto como un compromiso, como un oficio en el cual quería lograr algo que tenga algún valor artístico. Por eso, llevado por mi amiga la escritora Ámbar Rodríguez, en 2017 me uní al Taller de doña Flérida González, y luego, en 2018, junto a Ámbar, Joel Julio García, Jonás Sánchez, Víctor Guerrero y Juan Hernández Inirio, creamos el Círculo de Escritores Escalera de Papel. Ahí fue donde puedo decir que empezó lo que podría llamar mi formación más seria y comprometida como escritor. De ese grupo sólo quedan en Escalera de Papel los tres primeros nombres y yo, pero el crecimiento como grupo y como escritores continúa.   

¿Cuáles son tus figuras literarias tutelares y escritores predilectos? 

Figuras tutelares… Podría decir que, en principio, quién más me influyó para comprometerme y comprender la poesía (en el caso de la poesía) fue mi amigo Joel Julio García. Su pensamiento sobre cómo se debe trabajar un poema me atravesó para siempre. Él es el lector de cabecera de mi poesía. Confío bastante en su criterio poético. En cuanto a la narrativa me ha servido escuchar los consejos y correcciones de Jonás Sánchez y de Alberto Garrido.

Y bueno, en cuanto a escritores predilectos… hay varios nombres, pero sin importar cuantos olvide, jamás se me queda Fiodor Dostoievski. Luego podemos agregar a Virginia Woolf, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Juan Bosch, Virgilio Díaz Grullón, Thomás Mann, Antón Chejov, Víctor Hugo y un extendido etcétera.    

¿De dónde crees que surge tu acercamiento a los libros? ¿Hay escritores o lectores entre tus ascendientes?

No. En mi familia nunca existió una cultura lectora, sin embargo, en casa siempre ha habido libros. No en un librero, sueltos por ahí, pero estaban. Esto se producía por dos circunstancias. La primera de ellas es que mi papá es militante de un partido político, y bueno, muchas veces ocurría que en esas reuniones alguno de sus compañeros presentaba o llevaba algún libro que acababa de publicar. Como es costumbre, ante la escasez de compradores y el hambre del sujeto en cuestión de que lo lean, pues éste regalaba sus libros. Mi padre llegaba a casa y soltaba el suyo en cualquier lado. Paralelamente a eso, mi madre tenía un salón de belleza, y ahí tenía (no sé de dónde las sacaba) estas novelitas de Bianca, Deseo y etc. Pues bien, yo de alguna manera u otra (supongo que para lidiar con el aburrimiento) terminé acercándome a esos libros poco a poco y así fui cultivando, sin darme cuenta, un hábito que soy feliz de no poder detener. 

¿Qué piensas acerca de los concursos literarios nacionales? Tú has resultado ganador en varios. ¿Revisten alguna importancia para un joven escritor?

Creo que los concursos literarios son vitales para el desarrollo de nuestra literatura. Es decir, no es que un premio te hace mejor o peor escritor (aunque quién sabe), pero indiscutiblemente permite, principalmente a los jóvenes, una mayor y mejor proyección de su obra, abre puertas, permite que te muevas en espacios en los cuales, si los aprovechas bien, puedes lograr que tu trabajo sea cada vez más y más tomado en cuenta. 

Repito, un premio no hace a la obra ni al escritor, pero sin duda es una llave importante para abrir puertas a espacios que ayuden a la promoción de nuestra literatura en un contexto tan desfavorable para el oficio del escritor como en el que nos encontramos en esta media isla.  

Has demostrado poseer habilidades para escribir en más de un género literario. ¿Sientes preferencia por alguno en particular? ¿Qué diferencias ves entre la narrativa y la poesía?

Sí. Realmente puedo navegar muy bien tanto en las aguas de la poesía como en las de la narrativa. Preferencia por uno en particular… bueno, digámoslo así: la narrativa es mi legítima y amada esposa, la poesía es mi dulce amante. 

Diferencias a la hora de producirlas, sí, las hay, muy notorias. Por ejemplo, con la poesía me pasa que nunca me siento a escribir un poema. Es decir, nunca me enfrento a una página en blanco buscando crear un nuevo poema. Los poemas simplemente vienen, de cualquier modo, en cualquier lugar y en cualquier momento (normalmente cuando estoy leyendo lo que sea) y yo simplemente lo escribo tal y como aparezca (casi siempre en el celular). Lo que sí hago es, después de que ya el poema existe, sentarme a trabajarlo tantas veces como sean necesarias hasta alcanzar un punto en que creo que, si sigo trabajándolo, lo quebraré como a un mármol que se pule de más. 

La narrativa sí me siento a escribirla, a producirla, a hacerla nacer. Requiere de un proceso en el cual, previo a la escritura, he pensado mucho la idea, he hecho apuntes, he escogido la técnica, he hecho una investigación antes-durante-después (si es necesario), y luego, también, sentarme tantas veces como crea necesario para pulir el texto. 

Algo que sí hay en común entre las dos cosas es que muchas veces termino por deshacerme de la mayoría de ellas. 

Hay quienes consideran que, cuando se trata de escritura de ficción, lectura y escritura son procesos indisolubles. Hoy estamos entrevistándote como escritor, pero ¿qué piensas acerca del hábito de la lectura en tu andadura literaria y de su existencia en la República Dominicana?

En algún momento, en un artículo que publiqué, escribí que un escritor es 70% lector y 30% lo que le dé la gana. Aún lo creo así. 

Respecto al hábito de lectura en nuestro país, bueno, es espantosamente bajo. Podríamos creer que habita cerca de la inexistencia si pensamos en que muy probablemente menos del 1% de los dominicanos lee. 

Y podríamos decir que es responsabilidad de todos cambiar esa realidad. Bien, es cierto, pero pasa que todos somos responsables de todo. Esa idea romántica, aunque cierta, no ayuda con nada. Pienso que el principal responsable es el Ministerio de Educación, que debería implementar de manera curricular clubes y programas actualizados de lectura, acorde a los intereses de los estudiantes de manera que no los traumaticen como ha ocurrido siempre. De esta manera pienso que podemos crear en los estudiantes, desde temprana edad, el hábito de la lectura.   

Tú has sido el elegido por la República Dominicana (10 seleccionados entre 252 candidaturas) en la reciente convocatoria a jóvenes poetas del Caribe de entre 18 y 35 años -auspiciada por el programa Transcultura de la UNESCO y financiado por la Unión Europea-, para presentar su obra en la 40 edición del Mercado de la Poesía (Marché de la Poésie), a celebrarse en junio en París, con el Caribe como región invitada. Tamaña responsabilidad, pero sin duda un reconocimiento de gran peso a tu talento para las letras. Cuéntanos cómo te sientes al respecto.

Hace casi un mes que recibí la noticia y aún siento que esto no me está pasando a mí. A veces me he quedado pendiente al momento en que despertaré, porque pareciera que no es real. 

Pero, en fin, sí lo es. 

Pienso mucho en que seré la voz de un montón de jóvenes con muy buena poesía que sé que participaron y que también habrían sido una digna representación de nuestra poesía joven. 

Pienso ir a París no sólo a construir oportunidades para mí, sino también, si es posible, a crear espacios para cualquier otro joven que pueda ser beneficiado por alguna oportunidad que pueda darse en el contexto de La Marché de la Poésie.  

Víctor Andrés De Oleo (La Romana, 1991). Escritor y poeta. Miembro fundador y actual coordinador del Círculo de Escritores Escalera de Papel. Mención de honor en el concurso de poesía Feria Regional del Libro Monte Plata 2019. Premio de Cuento Joven Pedro Peix 2021, con su libro Conejos & bastones. Tercer lugar en el concurso de cuentos de Casa de Teatro 2022.