Buenas noches:
Como presidenta de la Fundación René del Risco Bermúdez y directora General del Festival Internacional de Literatura Mar de Palabras, deseo comenzar agradeciendo al gobernador del Banco Central, Licenciado Héctor Valdez Albizu y a su esposa Fiordaliza Martínez de Valdez, por la generosa disposición del uso de este hermoso auditorio para realizar este encuentro. Gracias también al personal del Banco Central por su asistencia en cada uno de los detalles.
Muchas gracias a UNAPEC, a su rector Erik Pérez Vega, a su decano de humanidades licenciado Alejandro Moscoso Segarra, y a las demás autoridades de esta universidad, por la confianza depositada en Mar de Palabras para la organización de este conversatorio. Este gesto nos honra y nos compromete a continuar construyendo espacios que contribuyan al pensamiento crítico y el desarrollo cultural de nuestra sociedad.
Gracias a María Amalia León y al Centro León por ser nuestro cómplice y aliado en este camino que siempre nos une en torno a la cultura.
Nuestro agradecimiento más profundo a Irene Vallejo, porque su sola presencia ilumina este encuentro. Gracias, Irene, por tu generosidad infinita, por aceptar ser parte de Mar de Palabras y compartir con nosotros tu sensibilidad, tu voz y tu mirada sobre la importancia de los libros, de las historias y de la palabra. Tu visita a nuestro país nos distingue y nos inspira a seguir impulsando diálogos en los que los libros sean ese lugar abierto para la imaginación.
Gracias a José Mármol por acompañar a Irene en este diálogo y por su apoyo constante a Mar de Palabras.
Deseo reconocer la presencia del ministro de Relaciones Exteriores Dr. Roberto Álvarez. Gracias por su presencia. Gracias a todos ustedes, cuya presencia nos llena de alegría. Gracias por apoyar a Mar de Palabras.






A Irene Vallejo la conocí, como casi todos, a través de ese maravilloso libro que ya vive en tantos de nosotros: El infinito en un Junco.
Era finales de 2019. Por razones de salud, tuve que distanciarme del país, de mi entorno y de mis actividades cotidianas para enfrentarme a una soledad extraña e inesperada. Durante parte de ese tiempo, este libro inmenso se convirtió en mi refugio y mi compañía y fue una de las columnas que en ese período me sostuvo.
A través de la historia de los libros, que Irene Vallejo narra hermosamente en El infinito en un junco, pude entender mi propia soledad. A pesar de haber sido una ávida lectora desde niña, aquellas páginas que me hablaban en voz baja –como el susurro de quien nos cuida–, hicieron que el silencio comenzara a acomodarse dentro de mí y, poco a poco, comencé a disfrutar la intimidad de esa lectura, la que sólo se revela en la quietud profunda.
Muchos son los fragmentos subrayados, las anotaciones al borde de las páginas, las reflexiones con las que llené los espacios en blanco. De los fragmentos, unos hablan de la memoria, otros del alfabeto, de las palabras, de los libros, bibliotecas, del cine de Tarantino o de la música en la poesía.
Quiero compartir con ustedes uno de esos fragmentos, el cual habla de la educación. Dice así: “Lo único que merece la pena es la educación – escribe en el siglo II un seguidor de ese culto–. Todos los otros bienes son humanos y pequeños y no merecen ser buscados con gran empeño. Los títulos nobiliarios son un bien de los antepasados. La riqueza es una dádiva de la suerte, que la quita y la da. La gloria es inestable. La belleza es efímera; la salud, inconstante. La fuerza física cae presa de la enfermedad y la vejez. La instrucción es la única de nuestras cosas que es inmortal y divina. Porque solo la inteligencia rejuvenece con los años y el tiempo que todo lo arrebata, añade a la vejez sabiduría. Ni siquiera la guerra, que, como un torrente, todo lo barre y arrastra puede quitarte lo que sabes.”
Este fragmento nos deja muchas reflexiones, especialmente la que evoca el saber, ese que se construye a través de la lectura y que sirve de puente para una educación verdadera.
No es posible la educación sin ese universo inmortal, como señala Irene, hecho de la lectura, la literatura, los libros, la imaginación y el pensamiento.
Así nace el Festival Mar de Palabras, con la convicción de que la literatura y la lectura pueden ser esos puentes hacia la educación, hacia la sensibilidad y hacia una ciudadanía más plena, más solidaria y con mayor libertad.
En Mar de Palabras estamos construyendo un legado vivo, que abre puertas hacia la imaginación, al aprendizaje humano, que forma lectores, que nos inspira y que invita a pensar y a dialogar juntos.
Gracias de corazón a todos ustedes por acompañarnos y ser parte de Mar de Palabras.
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Minerva del Risco, escritora. Es directora del festival literario “Mar de Palabras” y presidenta de la Fundación René del Risco Bermúdez.