La visita y la presencia en el país, durante gran parte de la semana del 17 al 20 de noviembre de 2025 de Irene Vallejo –invitada por la Universidad APEC a recibir un doctorado honoris causa, y a otras actividades, con el apoyo de la Fundación Eduardo León Jimenes, la Fundación René del Risco y el festival literario Mar de Palabras–, constituyó un acontecimiento cultural, tan esperado como celebrado.
La escritora española agotó una intensa agenda de actividades que nos dejaron, con su tierna sonrisa de gratitud y satisfacción, sus sabias palabras y una lección de humildad, al firmar cientos de libros, bajo un principio ético personal que nos queda como legado: que mientras haya una persona esperando la firma de un libro de su autoría, no se retira del escenario (la noche del diálogo con José Mármol, en el Banco Central, se retiró a las 11 de la noche).
Nos dejó, asimismo, el culto al arte de la dedicatoria, con caligrafía impecable, trazos legibles, personalización y variedad imaginativa, en la que cada dedicatoria es única e intransferible. Llama la atención el respeto y la admiración que profesa a sus lectores, con quienes practica el arte de la conversación, acaso como un método de aprendizaje que nutre sus libros: se detiene a preguntarles por sus gustos, aficiones lectoras y autores preferidos, quizás para conocer el tono de la voz y las inflexiones idiomáticas, motivada por su profesión de filóloga.
Su sonrisa habla y sus ojos dicen, más allá de sus respuestas y la transmisión de sus ideas, que fluyen como un río de aguas cristalinas –o como el ámbar. Habla como escribe, escribe como habla: piensa como escribe y escribe como piensa. Habla pausado, marcando las palabras, y sus respuestas siempre son serenas, luminosas, sabias, perspicaces y eruditas. Parece una encantadora de serpientes cuyas palabras encantan y cantan, hechizan y seducen. Se toma tiempo para extender las respuestas, como el torrente inagotable de un manantial antiguo, como si fuera una cuentacuentos o la memoria viva de una tribu, al relatar mitos y leyendas alrededor de una hoguera, como hacían los aztecas, cuando incluso bailaban la poesía.
Irene Vallejo vive lo que predica y siente lo que cultiva. Ama los libros y, de ese amor, nació su infinita pasión por desenterrar la historia mítica y fantástica de las bibliotecas y los libros. El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo (2019) es, así, un testamento y un testimonio de esa lealtad indoblegable por reivindicar el poder mágico de los libros. Esta obra se puede leer como una historia social de la lectura, de las bibliotecas y de la filosofía antigua. Revela los avatares y penurias que ha vivido, venciendo incendios, censuras, inundaciones, prohibiciones y destrucciones. Además, posee cultura clásica y conocimiento de la antigüedad grecolatina, en razón de su formación filológica, y también filosófica. Asimismo, esta obra es la historia de una lectora y de una bibliófila; de una guardiana de la memoria verbal y de una mensajera del saber, que descifra los signos y los símbolos de la mitología antigua.
El infinito en un junco se trata de un ensayo novelado cuyo éxito de venta y lectura tiene su explicación, quizás, en la combinación que hace entre novela, autobiografía, reportaje, historia y crónica. Es decir: es un libro a caballo entre otros géneros, como aspiraba Alfonso Reyes cuando definió el ensayo como “el centauro de los géneros”. Pero quien lo lea pensando que se trata solo de un híbrido entre ficción, ensayo y narración, yerra, pues es también un libro erudito, sostenido por su cultura letrada y por la investigación en fuentes primigenias y originales. Así pues, vemos en su bibliografía, obras clásicas, referenciales y canónicas, que van desde clásicos griegos y latinos hasta medievales. Y algunos libros especializados en la historia del libro, la lectura y las bibliotecas como los de Fernando Báez, Cavallo y Chartier, Alberto Manguel o Robert Darlton (a quien eché de menos).
Irene Vallejo me recuerda a la clasicista inglesa Mary Beard, por su erudición histórica y su cultura grecolatina. Pero la condensación que ha logrado Vallejo con su monumental best seller El infinito en un junco, la catapultó a la fama con más de 56 ediciones y más de 40 traducciones. Sin embargo, Vallejo se distancia, al conjugar sus facetas de autora infantil, novelista, articulista y ensayista, para escribir su obra literaria, en prosa seductora y estimulante.
Compré El infinito en un junco el 8 de febrero de 2020, en Cuesta Libro, por lo que creo ser, si no el primero, al menos el segundo en tenerlo en mis manos, un mes antes de la pandemia del covid-19 (se lo hice saber en una entrevista que le realizamos en el canal RNN, junto a Liza Collado). Y lo compré más por el subtítulo: La invención de los libros en el mundo antiguo, pues me instó a adquirirlo. Quería conocer cómo se habían inventado los libros en la antigüedad.
Se trata, sin dudas, de un libro seductor, que hechiza con sus páginas: está escrito en prosa narrativa, y henchido de informaciones, datos, anécdotas, personajes históricos y acontecimientos, bien hilvanados y relatados. Destrucciones de bibliotecas, la oralidad, las palabras, los placeres de la lectura, historias de librerías, la fragilidad de los libros, los libreros, los bibliotecarios, la escritura, la censura, los clásicos… son temas abordados por Vallejo, pero con amenidad, gracia y magia lúdica.
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Basilio Belliard, poeta, narrador y ensayista dominicano. Académico con título de Doctorado.