(En portada: ®Elizabeth Montero. Carambola. Ilustración digital, medidas variables, 2023)
Este libro es una ventana abierta que se asoma al quehacer creativo de veintiséis artistas de la República Dominicana que radican actualmente en España. Con él se quiere contribuir a la documentación del arte dominicano en el exterior; poner de relieve su aporte al desarrollo cultural, tanto del país de origen como del de acogida; a la vez que abonar a la problematización y reflexión en torno al binomio de arte y migración.
El presente documento no pretende, por ende, ser un catálogo, ni mucho menos un censo de los tantos y tantas artistas del Caribe que se encuentran hoy en día activos en el país ibérico, sino más bien un primer acercamiento al extenso universo de la diáspora artística dominicana, a partir de las vivencias y los testimonios particulares de los/as creadores aquí consignados.
El proyecto descansa en el concepto-guía de la diversidad: esta fue la brújula principal a la hora de realizar la búsqueda, identificación y ardua selección de los y las artistas, con el fin de que reflejara un abanico amplio de vivencias, trayectorias y disciplinas.
De igual manera, la diversidad, como parte de mi historia de vida, como propuesta política y como horizonte utópico, se encuentra en la base de este libro. Desde mi lugar, en tanto hija de migraciones, nacida en Madrid de madre dominicana y padre italiano, crecida en esa línea, ora diálogo, ora fisura, ora herida, entre el Caribe y el Viejo Mundo, entre una Europa de tradición histórica colonialista y una isla en la que se ensañó la esclavitud, siempre me he sentido profundamente identificada con las historias diaspóricas, de frontera, y con la necesidad de contribuir desde ese lugar a la construcción de sociedades mejores, genuinamente plurales.
Y es que justamente en ese lugar, es decir, en las zonas de contacto entre una cultura y otra es donde reside –estoy completamente convencida– la mayor fuente de diversidad, aquella que –como dijera Geertz– enriquece y ensancha el ejercicio vital de la humanidad en el mundo. Pero a la vez –estoy igualmente consciente– es donde muchas veces la diferencia se torna en desigualdad y en un ejercicio despótico del poder. De ahí, la importancia de abogar, más allá del glamour, la mundanidad o lo políticamente correcto, por una diversidad radical, una diversidad que busque la defensa de la justicia y la dignidad. Y en el arte, en un contexto de migración, también es necesario.
“Si en una historia del arte tradicional se interroga el contexto de producción de la obra a partir del lugar y cultura en donde fue creada, proyectos como los ya mencionados nos llevan a entender todas estas nociones como plurales. El lugar será el tránsito entre un sitio y otro y la cultura será reemplazada por los diálogos e intersecciones entre culturas muy diferentes”, observan María Clara Bernal y Fernando Escobar en su estudio sobre artistas migrantes. Y es que la vivencia migratoria permea sin lugar a dudas el que hacer creativo y las condiciones en las que acontece el mismo. De hecho, la trayectoria profesional de los/as artistas aquí documentados, se ha ido configurando a lo largo de los años entre, por un lado, los abundantes éxitos profesionales cosechados y, por el otro, el reto constante de hallar y preservar un lugar en una sociedad como la española, que se muestra tan acogedora, brindando una infinidad de recursos para la praxis artística, como discriminadora en razón de raza, etnia, clase o género.
En función de estas inquietudes generales, se ha explorado el quehacer creativo de los y las artistas a partir de una serie de líneas temáticas, las cuales han servido de eje para articular los diferentes capítulos que conforman el presente libro.
En el primero, se hace una presentación de los perfiles de cada uno de los/las artistas y se incluyen algunas imágenes representativas de su trabajo. En el segundo, se realiza un encuadre general con base en sus especialidades artísticas, sus itinerarios formativos, los lugares en la isla de donde son originarios y las circunstancias de su llegada y permanencia en España.
En el tercer apartado, se aborda la experiencia migratoria en sí, a sabiendas de que será siempre resultado de la conjunción de, primero, factores personales y subjetivos; segundo, factores sociales, sobre todo en relación con el comportamiento y las actitudes que despliegan las personas locales con las que se tiene trato día a día; y, tercero, factores estructurales, vinculados fundamentalmente a las condiciones económicas, políticas e institucionales del lugar de acogida. En este marco general, las vivencias pueden diferir de un/a artista a otro y/o superponerse en una misma persona. Ya sea de una u otra forma, estas tienen lugar en un arco que va desde el aprovechamiento pleno de las oportunidades hasta los episodios más o menos recurrentes de racismo, pasando por el desarraigo, entre tantas otras más.
El capítulo cuarto, en cambio, se adentra en los contenidos que crean o con los que están involucrados desde su quehacer artístico, y que en muchos casos aparecen mediados, directa o indirectamente, por el proceso de desplazamiento y relocalización en tierra extranjera. Así, podemos encontrar, entre tantos otros temas, una recreación nostálgica de Santo Domingo, una reivindicación de la sexualidad femenina o, inclusive, una denuncia al genocidio del pueblo palestino.
Por su lado, el apartado número cinco sistematiza los diferentes circuitos por los que transitan, de manera normalmente complementaria, sus bienes culturales. Algunos productos circulan en el ámbito de la comunidad dominicana asentada en España; otros, en cambio, se mueven en el ámbito asociativo, en pleno auge de colectivos migrantes activistas organizados alrededor de la cultura. Además, se encuentra el circuito conformado por la red de espacios culturales, formales o alternativos, propiamente españoles; y por último, los circuitos internacionales.
En el capítulo seis se explora el tema, siempre tan complejo, de la sostenibilidad económica; misma que aparece en muchos casos condicionada por la obtención (o no) del permiso de trabajo para, en tanto migrante, poder desarrollar libremente actividades remuneradas de manera legal y regular.
Se cierra el volumen en el séptimo capítulo con una serie de sugerencias de acciones, punteadas por los/as mismos creadores, a favor de su fortalecimiento como comunidad artística de la diáspora. Aunque la gran mayoría están destinadas a las representaciones en el exterior del gobierno dominicano, también se apuntan algunas cuantas, pocas pero medulares, dirigidas a las instituciones españolas. Ambas partes han de asumir su cuota de responsabilidad en la garantía de los derechos culturales a un lado y al otro del océano.
La metodología utilizada para llevar a cabo el trabajo de documentación incluyó inmersión en el ambiente artístico de los/as creadores, conversaciones informales con personalidades diversas de la diáspora y, sobre todo, entrevistas en profundidad a los/as artistas. Estas se llevaron a cabo entre los meses de febrero y abril del 2024 y se estructuraron a partir de las líneas temáticas previamente trazadas, arriba comentadas. Se realizaron de manera individual y presencial; en la mayoría de las ocasiones, tuvieron lugar en cafecitos de la ciudad de Madrid, un rinconcito afable en algún centro cultural o incluso en el domicilio particular del artista, donde yo llegaba armada de mi libreta de apuntes, mi computadora y mi grabadora.
En el caso de los/as artistas residentes en otras ciudades, el encuentro fue online a través de la plataforma de Google Meet. Adicionalmente, se mantuvo un encuentro, también vía internet, con Limber Vilorio, artista de alto nivel que después de unos años en Madrid se reinstaló en Santo Domingo para proseguir desde ahí con su carrera creativa.
En todas las ocasiones, fueron entrevistas extensas, por la cantidad de temas contemplados, la profundidad con los que eran abordados, el diálogo abierto que se establecía, pero también por las tantas maravillosas “desviaciones”, aquellos aparentes alejamientos del tema principal que, en realidad, permiten hacer aflorar una gran riqueza de sutilezas y sensibilidades propias de quien está hablando, nutriendo y potenciando de esta forma la información general.
Las entrevistas grabadas fueron luego cuidadosamente transcritas. Posteriormente, fueron diseccionadas y codificadas en una gran matriz, construida siguiendo los ejes de interés. Después, siguieron el análisis, las comparaciones, la identificación de las analogías y divergencias, a la par que la reproducción fiel de los testimonios. Finalmente, se redactó el texto final, tranzando la narración con la palabra viva de los/as artistas. En algunos capítulos, los testimonios son tan claros y contundentes que, en realidad, no necesitan de mucho más.
En cuanto a cuestiones de forma (tan importante como el contenido, dado que es la que lo resguarda y legitima), se ha optado por utilizar deliberadamente el término “negro” o “negra”, porque de esta manera se autonombran los/las artistas afrodescendientes que se reconocen como no blancos y porque es, consecuentemente, una forma de reconocer, redignificar y honrar –al estilo marcado hace años por la gran compositora peruana Victoria Santa Cruz– esa identidad reivindicativa y emancipadora.
En lo que al lenguaje inclusivo se refiere, abogo –de manera natural– por aquellas formas que buscan efectivamente dar cabida a la representación de las mujeres y de aquellas personas que se encuentran más allá de las identidades binarias de género. Sin embargo, no es una tarea del todo sencilla. Siempre constituye un reto a nivel estilístico. En todo caso, para convocar tanto la energía masculina como la femenina, he optado por salpicar libremente el texto de artículos, sustantivos y/o adjetivos en ambos géneros y, eventualmente, de la forma ‘ellx’, pronombre que abraza cálidamente las disidencias.
(Madrid, septiembre de 2024)
—–
Alessandra Galimberti Prince. Antropóloga, editora y gestora cultural, domínico-italiana nacida en Madrid; experta en temas de arte, culturas y sociedad en contextos de diversidad. Autora del libro Arte y diáspora. 26 artistas de la República Dominicana en España (Ed. Embajada de la República Dominicana ante el Reino de España, 2025).