La conversación se centra en reflexiones más profundas sobre el papel de la literatura y la palabra frente a las estructuras de poder:

  • La palabra como resistencia: Irene Vallejo explica cómo los libros y las historias han sido históricamente un refugio y un arma contra la censura y la opresión. La literatura permite cuestionar y desafiar discursos oficiales.
  • Memoria y diversidad cultural: Se destaca la importancia de preservar voces diversas, especialmente aquellas que han sido silenciadas por sistemas políticos o sociales.
  • El poder transformador de la lectura: Vallejo subraya que leer no solo informa, sino que también humaniza, abre horizontes y fomenta empatía.
  • Diálogo con José Mármol: Ambos coinciden en que la palabra es un espacio de libertad, capaz de equilibrar la fuerza del poder político y económico.
  • Idea central: La literatura y la palabra no son solo herramientas estéticas, sino también instrumentos de resistencia y construcción de ciudadanía.
Irene Vallejo y José Mármol en conversación

En resumen, el video se convierte en una defensa apasionada de la palabra como fuerza emancipadora frente al poder, resaltando su capacidad de mantener viva la memoria y la libertad. A continuación, una detallada recensión de este diálogo en palabras de Plinio Chahín, y a seguidas el enlace a la grabación de la actividad:

La visita de Irene Vallejo a la República Dominicana, y su coloquio con José Mármol en el Banco Central, reavivó una reflexión que es tan antigua como urgente: la tensión entre la palabra y el poder. En la conversación, Vallejo insistió en que la historia de los libros es también la historia de las luchas humanas por preservar la memoria, defender la imaginación y resistir al silencio impuesto por los poderosos. La palabra puede ser un refugio, una rebelión o un puente. Pero, como toda herramienta simbólica, no siempre estuvo al alcance de todos. La lectura —ese acto íntimo y a la vez social— comenzó siendo un privilegio restringido a élites políticas, religiosas o militares. Solo mucho después se convirtió en el instrumento democratizador que hoy celebramos.

Lo fascinante de los planteamientos de Irene Vallejo es que logra conectar esa historia remota con las preocupaciones contemporáneas: la lectura como derecho, la escritura como resistencia, la palabra como un territorio donde se decide la libertad o la opresión de los pueblos. Su diálogo con José Mármol, un poeta y pensador profundamente atento al vínculo entre ética, ciudadanía y lenguaje, permitió insertar estas ideas en el contexto dominicano, donde la lectura ha sido también una forma de ascenso social, de insurreción intelectual y de diálogo entre generaciones.

La distinción entre la palabra del poder y el poder de la palabra, mencionada en el coloquio, permite entender una tensión que atraviesa toda la historia. La palabra del poder es vertical, prescriptiva, interesada. Se expresa en decretos, dogmas, manuales, discursos oficiales. Aspira a imponer un relato único, a moldear la percepción ciudadana, a fijar los marcos del pensamiento colectivo. La palabra del poder quiere clausurar la imaginación porque la imaginación es, precisamente, la fuente primaria de la disidencia.

En cambio, el poder de la palabra surge cuando los ciudadanos se apropian del lenguaje. Cuando leen, interpretan, dialogan, cuestionan. La lectura vuelve porosa a la autoridad, relativiza sus verdades, introduce matices. Un lector es, en esencia, un ciudadano que ha aprendido a no conformarse con la primera versión de los hechos, sino a buscar la complejidad que el poder a menudo quiere simplificar.

Vallejo, Mármol y el público asistente al conversatorio

Y aquí vuelve la pertinencia del diálogo entre Vallejo y Mármol: ambos reconocen que el lenguaje no es neutro. Toda lectura es una forma de resistencia, incluso cuando no lo pretende. Leer es abrir grietas en el discurso hegemónico, confrontar lo establecido, imaginar otras posibilidades de comunidad. En República Dominicana, como en tantos países latinoamericanos, la lectura ha servido para tensar la relación entre el individuo y el Estado, entre la cultura oficial y la cultura crítica, entre la obediencia y la libertad. Desde los primeros cronistas hasta los debates contemporáneos sobre educación y ciudadanía, el lector aparece siempre como una figura que incomoda, que busca más allá de lo visible.

El coloquio en el Banco Central recordó que la defensa de la lectura no es una cuestión cultural exclusivamente, sino política y social. Un país que lee es un país que dialoga consigo mismo. Es un país menos vulnerable a los fanatismos, menos frágil ante los discursos simplificadores y más apto para comprender la complejidad del mundo.

(Plinio Chahín, columna Letras del gozo, diario Acento, 21 de noviembre de 2025)

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Irene Vallejo Moreu (Zaragoza, 1979) es filóloga y escritora.  Ha recibido el Premio Nacional de Ensayo 2020 por su libro El infinito en un junco, el Premio Aragón 2021 y el Premio de las Letras Aragonesas 2023. José Mármol es Premio Nacional de Literatura 2013. Autor de Yo, la isla dividida (Visor, 2019).