Bajo las tétricas y desesperantes circunstancias en las que ha sumido al mundo actual la crisis sanitaria, provocada por la propagación global del coronavirus (Covid-19), con una interminable estela de enfermos, fallecidos, hospitales colapsados, pacientes y familias aislados o en confinamiento, ciudades y países clausurados, negocios y empleos destruidos, cielos y mares cerrados y una preconizada crisis económica  de graves proporciones, la poesía, sin embargo, da una señal de esperanza, haciendo cumplir una de sus misiones estéticas esenciales: la de convertirse, en tiempos de penurias, en un reivindicador e iluminado acto de comunión.

La historia de la humanidad nos ha mostrado que en épocas de grandes crisis sociales, económicas, políticas y esta vez, sanitaria, el arte resurge del desasosiego como un estandarte de fe en la superación de los retos y la incertidumbre, para coronarse de esplendor a favor de los mejores propósitos que se avienen a la construcción, con espíritu de solidaria colaboración a gran escala, de un futuro más promisorio para la humanidad.

La poesía, como otras tantas manifestaciones del arte, ha dicho presente, en voz alta, apacible o moderada ante la sensación de angustia que imprimen en nosotros las noticias y las infaustas estadísticas diarias de morbilidad y muerte, con casi siempre inferiores casos de recuperados. A través de las redes sociales, por medio del internet, de balcón a balcón, de galería a galería, en las conversaciones telefónicas, durante el invaluable servicio de médicos, policías, enfermeras y otros -meritoriamente reconocidos por la sociedad-, en la intimidad del hogar y el silencio de las calles por el toque de queda y la cuarentena, la poesía ha emprendido vuelo para convertirse en bálsamo, en dosis de alegría, en recurso de apaciguamiento de las almas atribuladas, asustadas o enfermas. Así han comulgado la poesía y la oración, en estos inenarrables días de infortunio.

Plenamar ha querido reunir un conjunto de voces poéticas nacionales, siguiendo la acción que emprendiéramos en el ámbito iberoamericano, con el respaldo de un grupo de autores y amantes de la literatura, el pasado 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía, bajo el concepto de “Decir poesía en cuarentena”, para que sus lectores se sumen, en acto de comunión, a mantener viva la esperanza de que nuestra afirmación de la vida será capaz de vencer las tropelías virales de la muerte. De esta manera, subrayamos el mensaje solidario por excelencia y la forma más eficaz de contención de la pandemia: “Quédate en casa”.

José Mármol