Enriquillo Sánchez 

Por razones tan diversas como inexorables, Enriquillo Sánchez Mulet fue uno de mis grandes amigos. Su talento impar, que lo hacía un inquilino contumaz de ese territorio de sueños que es la literatura, fascinó a Juan Bosch. Armado de una profunda voz de barítono, Enriquillo llegó a ser el poeta invitado en todo acto público en que don Juan participara. El viejo maestro, emocionado, lo proclamó en una ocasión “Nuestro Pablo Neruda”. Bosch, además, había apadrinado en aquellos días la tesis universitaria de Enriquillo: “La poesía bisoña (poesía dominicana 1960-1975). Reseña y antología”. Y nunca se deshizo, nunca, con todo lo que pueda argumentarse, aquel lazo intangible (aquel expansivo afecto) que unió a don Juan con Enriquillo Sánchez.

Al presentar, en 1985, el libro de Enriquillo “Pájaro dentro de la lluvia”, Premio Nacional de Poesía 1983 (en un acto en Casa de Bastidas, con Juan Bosch sentado en la mesa principal) expresé: “Su lenguaje es trance de tacto e inmersión primigenia, rito acuático, entrada a un universo de líquidos germinales. Cada imagen se multiplica identificando el agua con la mujer, la madre con la tibieza de la entraña marina, el  sexo con la oscura suavidad de la miel y los delfines. Agua amniótica donde el erotismo deviene en distancia y en oleaje, en soledad y en ahogo, en ave y en sombra de ave…”.

Juan Bosch, René del Risco Bermúdez, Miguel Alfonseca, Rubén Echavarría, Armando Almánzar, Enriquillo Sánchez y Abel Fernández Mejía.

La ceremonia de introducción de la novela “Musiquito: Anales de un déspota y de un bolerista” (celebrada ocho años después, en junio de 1993, en ‘La Galería’ de Jorge y Mariloli Severino; también con la presencia de Juan Bosch) me permitió enunciar lo siguiente: “Musiquito es mucho más que la saga truculenta de un tirano caribeño. En este largo relato insomne —en esta densa novela breve— Enriquillo Sánchez enumera y describe las extensas correrías de Porfirio Funess, El Fundador; pero a la vez propone la concurrencia de una memoria plural, la búsqueda de una ontología colectiva a través de la escritura. El dictador y las dictaduras desaparecen, mas no el lenguaje ni la semiótica que engendran. Enriquillo, claro está, formula el pastiche desacralizador a modo de trampa festiva, de exorcismo lúdico, de pretexto bufo”. 

El 13 de julio de 2004, pocos días antes de cumplir los 57 años, Enriquillo Sánchez Mulet dejó de existir. Concluía así la vida de quien Manuel Rueda describiera como “…poeta fustigante, critico asentado en las antinomias de la historia, en lo grotesco del barroquismo, descreído, pero aferrado siempre a una especie de ternura subterránea de la que suele avergonzarse.  Pocos talentos han existido como el suyo en nuestras jóvenes generaciones…”. 

El ministro de Cultura, José Rafael Lantigua, designa luego con el nombre de Enriquillo Sánchez al vasto y antiguo auditórium (con techo abovedado) anexo a las oficinas del ministerio. La formalidad de aquel bautizo sobrevino en un acto concurrido, en el cual los amigos de Enriquillo leímos y representamos fragmentos de su obra. (Sería, no recuerdo, posiblemente 2006,; 2007, tal vez).

Eduardo Selman

Soy amigo de Eduardo Selman Hasbún y de su familia. Conozco la historia de aquellos seres transterrados desde el mediano oriente que hincaron raíces en nuestro suelo, donde creció la estirpe en una vendimia de trabajo y honor, de sacrificio y decencia. Eduardo Selman veneró a Juan Bosch con ardor incomparable. Él imaginó los espacios, gestionó los recursos materiales y, al final, construyó la casa en que don Juan vivió sus años finales. Eduardo, todos lo saben, derrochó ternura y protección sobre don Juan y los suyos. Miguel Cocco y él fueron los hijos pródigos que aquel gran hombre nunca se imaginó encontrar.

El partido fundado por Bosch ha perdido ahora una batalla crucial. Y dieciséis años de gobierno configuraron en muchos de sus dirigentes una sensación de gratísima eternidad, de maciza e inalterable infinitud. La derrota política, así las cosas, deviene en tragedia emocional. En incertidumbre, en temores angustiosos… 

George Arzeno Brugal, Rosa María Vicioso de Mayol, Juan Bosch, Pedro Delgado Malagón y Enriquillo Sánchez 
(Presentación del libro ‘Pájaro dentro de la lluvia’, Premio Nacional de Poesía 1983; Casa de Bastidas, febrero 1985).

El collar

El ministro hurga en los bolsillos de la chaqueta, pero el ensalmo no aparece. Dirige entonces la mirada hacia el muro principal, donde cuelga un retrato con la risueña expresión del poeta Sánchez. Enriquillo fue mi amigo –piensa el funcionario–; tenerlo aquí, sin embargo, de nada me sirve en este trance. “Fulanito, desmonte el retrato del poeta, busque el del profesor y póngalo en su lugar”. 

Con suavidad, los dedos acarician ahora el azabache de aquel collar para espantar el miedo, colgado en su garganta desde el instante mismo en que abrió los ojos…

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Pedro Delgado Malagón, ensayista y columnista de múltiples revistas y diarios dominicanos; catedrático universitario y autor de Turismo dominicano: 30 años a velocidad de crucero (2018).