ya ven, el silencio de las grandes urbes ahora nos aterra. denso y limpio silencio que se nos pierde a diario y se ansía en medio de la rutina. esa que ya no lo es. el tan anhelado silencio antes, y ya no. que no se siente igual, el silencio de nuestro miedo. común y hasta ordinario, silencio de mal agüero. global. y nosotros, los súperconectados por frágiles redes de cablecitos, hemos sido apartados por el leve aleteo de murciélagos, de los idos estornudos, alientos febriles y hemos caído en el silencio. en frío. sin previo ensayo, dicen. como si el planeta ya harto de nuestro ruido no lo exigiera ya, que las cortinas del teatro globo se subieran, trémulas, cargados sus pliegos de polvo y veneno viral, como buena obra shakespeareana, la vida. vengan, miren, que empezó la función. actúen, corran, hagan algo en el amplio escenario vacío. ah, y que no cunda el pánico. que no se queden en el designado papel de espectadores, que esta obra es interactiva… con più di sette miliardi di personaggi in cerca d’autore… pira, y pira, que miles se piran en medio de la estremecedora belleza de cerezos primaverales con la promesa de renacer, huyendo hacia la muerte. pira, piran, duelo. y silencio…

que tal y como la primera abrió con el ruido de violentos actos terroristas y la segunda con estrepitosas bancarrotas globales, apenas la tercera década del siglo 21 abre con silencio. de pandemia, palabreja de jueguitos de videos para lerdos adultos niños y peliculitas de horrores “ficticios” para furiosos futuristas frustrados, pero nunca antes vocablo de realidades primer mundistas. tal vez sí de otros mundos, oscuros. de subcontinentes de fiebres, animales, selvas, sabanas, desiertos, pies descalzos y pandemonios varios. pero ahora, ya regente habitante de nuestras urbes de lustrosos gigantes de acero y cristal, enterrados en el silencio del concreto. donde nos acecha la pandemia ya parte de lo “civilizado”. de universidades, museos, teatros, conciertos, restaurantes, guarderías, paseos por veredas tropicales, asilos… pandemia ya por doquier que nos empuja a los salvajes pandemonios de supermercados de la mano de desgobiernos avariciosos e irresponsables. guiados por bulos, estampitas de tréboles, falsos dioses sociocapitalistas… dándole la espalda a la ciencia, porque sí, sí… ya sabemos que del populismo al pueblo, carretera rota la demagogia, sus baches de buches y abucheos. y entre las ruinas, el eco hueco del qué hacer. qué decir. a quién culpar.

y lento, el silencio dentro del virus nos lo grita… vean, ilusos, Yo, virus, vine, vi y los vencí. porque en silencio, desvergonzados sin mirarnos en el espejo de añicos superpuestos, rodeados del desorden de un mundo desigual y carente no sabemos ni qué hacer sin los ruidos. sin las “cosas”.  y ni qué sentir. encuevados y amedrentados. inútiles con ínfulas. sálvese quien pueda… y, luego… ¿acaso cantar de balcón a balcón nos hará creernos que estamos del lado del agotado coro bienintencionado de una humanidad indiferente? ¿acaso el eco de ese coro va a llenar todo este silencio? ¿todo…? ¿todo…?

Publicado marzo 23, 2020 en El BeiSman

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Om Ulloa (Cuba), autora de prosemas publicados en glotOnerías y olfAteos (de florEs en cUbículos), (Ediciones La Mirada, Nuevo México, 2017) y en el prosemario homenaje a las letras del alfabeto en castellano palabrerías aNalfabéticas, (El BeiSMan PrESs, Chicago, 2016).